mercredi, juin 07, 2017

"La vida no estaba sino para plegarse a sus deseos, y sus deseos eran inmensos"

Nada se opone a la noche, Delphine de Vigan

mardi, mai 23, 2017

3 de noviembre de 1996

Es domingo a la noche, cerca de las 10 pm. Desde que murió papá hace 2 meses y 2 días algunas cosas cambiaron en casa. Por ejemplo a veces puedo dormir con mamá, hoy estoy en su cama, del lado donde dormía papá con mi libro de "Las gemelas de sweet valley". Uno de los regalos que recibí hace 2 días, por mi cumpleaños. Estoy leyendo con la luz cálida del velador tiffany. Igual la luz fuerte de arriba aun está prendida. Mamá está en el baño, ahora que lo pienso hace un rato largo. Cuando sale se toma del marco de la entrada al dormitorio, me dice que es tarde, que deje de leer y apague la luz, que es hora de dormir. Naturalmente obedezco. Mientras me giro para apagar el velador escucho que dice "No me siento muy bien" y en segundos sucede todo. Se acerca a la cama para evitar una caída al suelo, lo logra, cae de espaldas con la cabeza en la almohada, solo las piernas le quedan colgando hacia el piso. Comienza a convulsionar, cosa que yo a mis 11 años describo como toser. Sus ojos ya no se fijan en nada. Yo ya entiendo hace 2 meses y 2 días que es la muerte, ya sé que es una posibilidad en todo ser vivo y sé también que puede llegar en cualquier momento. Por lo que lo primero que le digo, gritando un poco para asegurarme que escuche y tomándole la mano es "¡Mamá no te mueras!". Mi ruego parece no tener efecto. Como yo ya sé lo que es la muerte hace 2 meses y 2 días lo segundo que le grito es "Mamá te amo". Por las dudas. Exhala su último aliento y los del control técnico suben el volumen del silencio en el ambiente. Levanto la mirada y me veo a mi misma en el espejo que cubre toda la pared del lateral de la cama. En el espejo está también la perra mirando la cama desde el piso. En el espejo mi mamá también está muerta. No necesito confirmarlo, lo sé. Salgo de un salto, corro a buscar a mis hermanos. Yo soy la más chica de los 3.
Nuestro departamento es grande, llego al pasillo oscuro y prendo la luz, llamándolos a mis hermanos por sus nombres. No responden, entro a cada cuarto, quizás sospechando que están dormidos. No me doy cuenta que son más grandes que yo, que duermen más tarde que yo, que no es tan tarde realmente, que no van al colegio los lunes, que no están en casa. Ambos dormitorios están con las luces apagadas, las prendo y los encuentro vacíos. Voy corriendo al living con desesperanza, tampoco hay luces, ni siquiera está el sonido de la tele. Llego a la cocina, ya no quedan ambientes sin iluminar en la casa y me doy cuenta lo que hasta ese momento jamás había considerado: la posibilidad de estar sola. No sé que hacer, vuelvo al dormitorio de mis padres y confirmo que mamá sigue muerta. Ahora la perra está a sus pies, sobre la cama hecha un bollito, me mira con los ojos tristes sin levantar la cabeza. Tengo que localizar a mis hermanos, el de 17 no tengo idea donde puede estar, sale bastante. El de 21 suele estar, está más presente en general, hace cosas que hacemos todos. Me acuerdo que a veces tiene partidos a la noche. No identifico que son las 10 y que es domingo. Y hago lo que cualquier persona en mi lugar haría: llamo al profesor de paddle.  

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