dimanche, juillet 05, 2020

1999

Era el último día del año, en pocas horas pasábamos de 1999 al 2000. Había un gran alboroto al respecto de esto, yo me esforzaba por sentirlo distinto a los otros días, trataba de que para mí tampoco sea un día más de ese eterno y chato verano. Tenía 14 años. Pocos como para salir sola de noche pero los suficientes como para sentir el vacío existencial. Quizás más que suficientes años tuviera suficiente experiencia de vida. El punto es que estaba ahí, con mi abuela que organizó algo diferente para este fin de año especial. Fuimos a Mar del Plata, a pasar las fiestas en el viejo hotel en desuso de sus amigos los Barceló. Una familia grande que se lleva bien. Organizaron una super fiesta de fin de año en la esquina, encima de la estación de servicio, que también es de ellos, en un salón con vista al mar. Estoy sola mirando el oscuro horizonte, la masa de agua apenas se distingue por los reflejos de la luna en sus olas. Tengo una copa en la mano que celebra por sí sola el cambio de milenio: marca algunos hitos del siglo que abandonamos y dice 2000 muchas veces en dorado. Adentro hay un espumante también dorado que no me gusta pero me obligo a tomar, es una época en la que estoy obsesionada porque me gusten cosas de grandes, como cigarrillos, cervezas y espumantes. Con los espumantes nunca lo logré del todo. No tengo ganas de estresarme por lo que abandono la idea de esconderme a fumar un cigarrillo con alguien, además tampoco hay nadie que pueda ser mi cómplice. Pero esto no me angustia, en los próximos días me juntaré con compañeras del cole en un garaje de Playa Grande y fumaremos hasta cansarnos. Hoy todas están con sus familias, y yo entre toda esta gente estoy sola. Me siento simple, tengo unas chatitas negras con mínima plataforma china, único tipo de calzado que mi abuela me autoriza a utilizar, la rebeldía llegará más tarde este año con mi primer gran amor, el despertar de mi sexualidad y las mala compañías. Tengo una bombacha rosa, me dijeron que hay que usarla en año nuevo para suerte o algo así. Tengo un top que sostiene mis pequeños pechos, aún guardo esperanza de que pronto crecerán más. Y tengo un vestido negro que es bastante sobrio y me llega por encima de las rodillas. Noto a la distancia que la gente en la reunión la está pasando bien, es lo que esperaban. Yo no la estoy pasando bien, siento una vez más que pierdo tiempo de vida simplemente esperando que pase, pero lo pierdo con resignación, sabiendo que no hay nada más que yo pueda hacer y sin conocer todavía del todo el éxtasis que puede darme el adecuado uso de mi existencia. Todavía no soy la que se aventuraría sola a las rocas a fumar. Si tan solo estuviera mi hermano, una vez más no tengo idea dónde está. No sé si no lo pregunto o me lo dicen y lo olvido. Esta noche será intrascendente. Pero el resto del verano será grandioso, en esta misma ciudad me dejarán 15 días con la familia de mi hermano. Conoceré la libertad que siempre soñé. Saldré y me haré más amiga de Emilia y Adriana, compañeras de curso que siempre me parecieron más grandes y cancheras que el resto. Besaré al hijo de unos amigos de la familia, Sebastian Gatti, pero solo será eso. Me seguirá gustando más Lautaro, con su pelo largo y violeta y su aire alternativo, pero él no me dará bola este año tampoco, tiene en mente temas más importantes que las chicas, un poco lo envidio por esto. En unos 6 años si me dará bola, gustará mucho de mí y yo lo dejaré. Este verano justo unos días antes de volver a capital, cuando ya me apropie de mi flamante adolescencia besaré al amigo de nuestros vecinos, ese que conocí en la playa y está siempre en la casa de ellos. Y me enamoraré para siempre, o eso creeré. Pero no esta noche, llega el fin de año, el reloj marca las doce, todos gritan la cuenta regresiva y yo salto igual que otros púberes de un banquito al piso con la pierna derecha. Finjo una sonrisa y saludo a mi abuela, agradeciéndole en algún rincón el esfuerzo de criar a esta huérfana. No siento nada distinto. El recuerdo en este punto se oscurece mucho, la noche es cada vez más negra y se funde a negro la toma.  

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