vendredi, janvier 22, 2010

plenitud = vacio

Los días de nada no tienen sabor a nada, pues nada permanece y todo se va. Pero no se evapora, ola tras ola se lo va llevando el mar, a su próximo lugar. Se lava. Te lava. Y todo vuelve a nada. Todo desaparece de la misma manera que llegó. Se va el interés. Los pájaros siguen cantando y sé que nuevos caracoles llamarán mi atención. También sé que cuando me vaya, las olas seguirán rompiendo sin mi, como rompen sin nadie. Porque ellas incentivan este nihil. Yo soy solo parte del movimiento, y en algún momento me tengo que ir. Fumaría. Para que por lo menos mi vacío largue humo. Pero no me gusta fumar, y mi vacío es demasiado hermoso como para ensuciarlo. Otro pensamiento, que no es nada y se va. Y quien me mire me verá sentada, mirando al horizonte infinito, comiendo pan de banana. Que al igual que por un tubo, entra por un lado y sale por otro. No hay vueltas, no hay complicaciones. No hay planes, no hay rencores.
Nunca fui tanto un tubo como esta segunda quincena de enero. Faltan solo 2 años. Y decidí, o descubrí, que no me importa.

Archives du blog