mardi, décembre 20, 2016

31

Todo cambia, todo se transforma, y todo permanece inmutable, nada deja de acontecer, nunca deja de amanecer. El otro día me asusté un momento pensando que ya iba a cumplir 32... y sigo siendo yo en el fondo, la misma que a los 9, que a los 15, que a los 23. No sé si "asusté" es la palabra, no me asusta envejecer, ni siquiera me asusta el paso del tiempo en general. Me sorprende. Me sigo sorprendiendo a mis 31 años recién cumplidos. 31 años. Va cambiando mi polaridad plutoniana. Nos siento, a todos, cada vez más insignificantes, en el buen sentido. Todos como parte de una rueda que gira a nuestro pesar, sin nuestro permiso, en contra de nuestros deseos o quizás acercándonos a ellos. Gira y gira, ayudándonos o dejándonos sin otra opción que despertarnos y existir. Todo es un poco más simple. Insoportablemente simple a veces. Reconfortantemente simple otras. Y soy feliz en pequeños momentos, en silenciosos detalles, en sensaciones corporales. Y a veces no sé si hay mucho más que esta felicidad. Y me alegro infinitamente de sentirla.

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