samedi, février 06, 2010

José "cuidando" mis gatas

Querida,
hoy le dimos el antiparasitario a las pupas con Fran. Tengo que contártelo porque me río de acordarme. Empezó así. Llegamos y las gatas estaban hambreadas, listas para el engaño. Les abrimos una lata de atún. Decidimos tratarlas por separado. Fran molió la pastilla y la mezclamos con el atún (resultado: atún azul).
Encerramos en el baño a Josefa que se comió la comida. Primero con desconfianza y después con algo de gula. Más tranquilos, seguimos con Sebastiana. Más z(f)orra se hizo la difícil. Miró con cara de asco la comida y se negó. Lo que pasó fue que variamos la dilución. Como insistí le dije a Fran que no ponga tanto atún (porque SON GATAS FRAN, NO PERROS) y no comen tanto (Josefa solo había llegado a la mitad de su plato). Resultado: atún más azul. Gata más escéptica. Metí una pastilla en un pedazo de atún, le histeriqueé, la hice desearlo como se desea a algo que se quiere mucho y cuando llegó a la pastilla poco más y me la escupe en el ojo.
Con el piso lleno de atún, la pastilla casi deshecha en la mano casi me dejo llevar por el fatalismo. Afortunadamente Fran no estaba dispuesto a rendirse. Pero...pero..abrió la puerta del baño y ¡JOSEFA HABÏA VOMITADO! Cerramos la puerta y encaramos las cosas one thing at a time. Entró la jeringa en acción. Molimos más, a Sebastiana y la hicimos tragar. ¡Y escupió! Juro que escupió. Antes, cuando la traté de hacer tragar atún azul lo escupió también. Huelga decir que en nuestros primeros inocentes intentos le hicimos avioncitos y corrió la cara (Fran dice: "Vos pensabas que haciéndole avioncito, ¡no lo puedo creer!").
Entonces, yo estaba en el desencanto más absoluto. Un gato me había escupido algo azul, el otro había vomitado algo azul y la casa estaba azul y nosotros estábamos azules. Llamé a Lucía, que no me contestó. Llamé a la casa de Julia, pero tampoco (Julia dice que son A y B, pero es pragmática). Llamé a mi jefa, que me dijo que les de con casancrem. Llamé a mi madre, que me dijo que la envuelva con una toalla. Y eso, eso, fue la clave del éxito.
Envolvimos en una toalla a Sebastiana (que no estaba violenta, más bien, resignada como quien acepta la derrota pero no por eso va a entregarse. Algo así como un soldado japonés luego de que el emperador admitió la derrota en la WW2). Bueno.
¡¡Funcionó!! Como no estaba ocupado tratando de que no me arranque pedazos de piel logré que mantenga la boca cerrada y fue un éxito. Fran mejoró en el manejo de la jeringa también. El primer tiro de líquido azul fue un poco brusco porque tenía pedazos muy grandes (algo tan fatídico como aspirar cocaina mal picada).
Y Josefa, Josefa...fue pan comido. Para nuestra sorpresa, empezó a comer el atún azul de su hermana mientras la otra gateaba recuperándose de la indignación y el trauma. Pocas cosas son tan intensas como la mirada de un gato diciéndote bien clarito "Voy a cortarle la yugular cuando estés dormido y lo voy a disfrutar". Entonces Fran también le agregó casancrem, y listo. Palo y a la bolsa. El casancrem había funcionado muy bien como chupete-jeringa con Sebastiana (en realidad, no lo quería comer directamente, pero si Fran le manchaba la nariz ella lo chupaba. Muy histérica).
Bueno.
Entonces.
Dos gatos desparasitados. Azules.
Pero bueno. Ahora sabemos cómo hacerlo. Nos divertimos un poco y comimos atún.

Archives du blog