mardi, avril 07, 2020

Los chicos quieren jugar conmigo,
lo sé porque me invitan.
Muy serena les respondo con una negativa a todo lo que proponen,
soy cordial y mi No es sincero
por lo que no insisten mucho.
De hecho no insisten nada.
Se dan cuenta que estoy y no estoy,
pero si estoy
y estoy bien.
Jugué mucho años con ellos
con dedicación.
Era lo único que hacía
y lo hacía con devoción,
ser su madre.
Ahora quiero estar con ellos
pero también quiero estar
conmigo.
Todo esto es nuevo y viejo al mismo tiempo.
Es conocido, liberador.
Vuelvo a tener 1000 proyectos
imaginarios.
Y es evidente que cuanto más espacio me doy
más espacio ganan ellos.
Mi marido no parece querer el espacio que le doy,
o si, pero no lo necesita
con la locura
que lo necesito yo.
Igual lo acepta y se propone
disfrutarlo.
Es más de lo que una puede pedir.
Y yo agradezco
a todos
todos los días
a este núcleo al rededor del cual
orbite
los últimos 5 años.
Tanto me dieron
que me pasó algo increíble:
empecé a tenerle miedo a volar.
Y eso duró
lo que duró el hechizo,
5 años más o menos.
Lo que tardé
en volver a despertar
de mi sueño hecho realidad.


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