jeudi, mai 21, 2020

la bi-polaridad

Leo a los que ponen que tienen días malos. Yo no tengo días malos, mi bipolaridad se manifiesta a una velocidad e intensidad mucho mayor. Lo mío son horas. Horas de luz y horas de sombra, paso de todo mal a todo bien, la transición dura poco más de media hora. Es agotador. Por suerte en general estoy bien. R. ve mi fragilidad emocional y me trata con cuidado extra. No hay mejor que él.
Salgo porque me recomienda salir, me invita a llevar mis nubes a la tormenta que está por estallar en el mundo exterior, ya que adentro estoy oscureciendo la casa con cada palabra que sale de mi boca. No me gusta ser así, no me gusta cuando él es así, entiendo que estoy en una y me voy al exterior, a ese lugar enorme en el que está prohibido estar, en teoría. La salida me gusta. Manejo unas cuadras extra para celebrarlo y al estacionar en casa decido hacer otra compra. No compro mucho, llego a casa y dejo las bolsas y vuelvo a salir. Faltaba algo, pero es una excusa, me gusta estar afuera. Entonces voy caminando con mi paraguas amarillo en la mano cerrado,  sintiendo la suave garúa que empieza a caer. Sintiendo también la felicidad asomar en mi ser con el contacto del agua. Camino sin rumbo por El Barrio, el chino está cerrado. Y de pronto veo un hombre alto como de dos metros, negro, vestido con túnicas, varias una encima de la otra. Es un como un sari, pienso que yo debería usar mi sari para salir todos los días también. Podría ser un vagabundo, pero algo me dice que no del todo, lo llamo "el africano" en mi mente y lo sigo desde lejos. Me distraigo un momento y desaparece en la bruma, no me sorprendo ni lo busco, fue perfecto. Vuelvo a casa lista para escribir esto, lista para tomar mi primer café del día que hoy se tomo su tiempo en llegar. Lista para seguir doblando ropa y ayudar a mis dragones a alfabetizarse. Espero poder leer, estudiar portugués y anatomía. Quizás también entrenar o meditar. De pronto estoy ambiciosa este jueves.

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