lundi, octobre 18, 2010

Monólogo I

Estoy en la cola del banco, haciendo la cola. Esperando. Perdiendo uno de los tantos minutos que el vivir en sociedad me robó. Noto los muchos tipos de jean, los hay de varios cortes y colores, los hay con bolsillos grandes y sin bolsillos. En el banco veo de los que hacen de sus portadoras un culo gigante, como dos platos playos hinchados. También hay uno que se le mete adentro del culo a un hombre de unos 48 años, se le mete entre los cachetes, bien metido, pero diferente al que se mete en ese hueco que la edad hace entre la cola y la pierna. No me olvido la primera vez que descubrí esa parte del cuerpo. Era verano y lo descubrí en mi tía, ella estaba muy bella a sus 45 años, pero mientras se agachaba noté que esa parte de su retaguardia quedaba sin broncearse. Así fue como a mis 15 años supe que la edad llegaría a mi un día y que uno siempre tendrá la edad que tenga. Estoy manejando, y un hombre en silla de ruedas en Iberá y Cabildo vende cualquier cosa que puede, tiene chicles, tiene caramelos, tiene carilinas. Tiene solo un paquete de cada cosa y me da pena, mucha pena, pero no consumo nada de eso y no le voy a comprar por pena. De la pena no se vive. Empiezo a sospechar que es uno de esos día en los que soy demasiado compasiva y sufriré mucho por todos, por todos los demás, por los pobres y ricos por igual. Por mi propia muerte y por los que me sobrevivan y me lloren.
Pero no, manejar en una ciudad me pone de pésimo humor, y ya me quiero bajar, y me arrepiento de no haber salido en bici como siempre. El auto es una pequeña caja donde me meto a putear. Juro no volver a usar el auto si puedo usar la bici, pues en este uno toma mucha más conciencia de los incapaces que conducen y de lo idiota que es la gente. Voy, por ciudad de la paz, envidiando a las bicis que me pasan por el costado. ¿Que estaba pensando cuando me subí al auto "para hacer más rápido"? ¿Quién me corre? Tengo que volver a salir a correr, este año mi constancia fue desordenada. Hace como 2 semanas que no corro. Pero ando en bici. Será cuestión de épocas. De hacer lo que se me de la gana, como siempre, nunca pude evitarlo. Tengo ganas lo hago, y si no tengo ganas, tiene que haber una razón muy clara por la que lo esté haciendo. Creo que fue a los 19 que me di cuenta que sólo debo hacer lo que tenga ganas. Y nunca dejar de hacer lo que tenga ganas. Así me alejé de esos con los que tenía que caretear un rato. Así se acabó la obligación del colegio y comenzó la elección de la facultad. Y ahora que eso termina, ¿Que vendrá? Por ahora estoy en un paraíso suspendido en el aire, hay un par que están acá, otros que vienen por el día, y otros que vienen un rato pero tenemos que ir a verlos al salón de huéspedes, porque no saben llegar a las amenities. Pero les contamos de ellas y ansían profundamente entrar a verlas un día. A todos ellos los amo.

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