vendredi, novembre 03, 2006

PEQUEÑO FELINO CON VELLO

Uno no recuerda todo todo todo de cuando era pequeño, sino que principalmente recuerda lo que por a o por b lo marcó.
A mi, entre otras cosas, me marcó el día que aprendí lo que era una gata peluda.


Primavera del ’91.
Estaba jugando bajo un gran gomero en la plaza de Lisandro de la torre y mi madre vino a aguar mi fiesta equina (otro día profundizare en este tema). Me explicó que las gatas peludas CAEN de los árboles y te QUEMAN.

-“CAEN Y TE QUEMAN” - repetía mi cabeza.
-“UN BICHO QUEMADOR”- definió mi joven intelecto.


Me explicó como eran… y yo imaginaba las más horrorosas babosas de fuego que caían del cielo (si, si: muy apocalíptica mi concepción del insecto).
También me contó la simple anécdota de “un niño al cual le cayó una en el brazo mientras jugaba bajo un árbol”; y yo pregunte cada detalle acerca del incidente durante los siguientes quince minutos (internación, dolor, primeros auxilios, etc.).

Claro esta que enseguida salí de la danger zone.

Las siguientes semanas fueron las gatas peludas, también conocidas como spilosoma-virginica, mi mayor temor. Incluso tuve pesadillas donde muchas me caían en la cara y me quemaban, fin.

...

El punto es que la única vez que vi una gata peluda en mi vida fue 11 años después de aprender el concepto, a mis 17, de paso por esa misma plaza.
Y no cayó de ningún árbol como era lógico de esperar, sino que estaba en el piso, paseando tranquilamente. (claro que me emocioné mucho y la observe un rato largo, hablando sola, totalmente maravillada. Pero hago eso con casi cualquier cosa que me emociona; y me emocionan muchas cosas, por suerte).

Anyway, jamás oí historia semejante a la del “niño al cual le cayó una en el brazo mientras jugaba bajo un árbol”, ni nada que se le parezca. No digo que no haya pasado, solo digo que no conocí a nadie que le haya sucedido algo tan traumático.

Y para finalizar “el punto”, muchas de mis amigas no tenían idea de la existencia de las gatas peludas.

Años de analisis ayudaron entre otras cosas a entender el gran defasaje de mi mente infantil; y que mi concepción del peligro cambió muchísimo durante los años. Hoy por hoy, me río de lo preocupada que me tenía el tema de los insectos quemadores suicidas.
(etc. etc. etc.).
Igual estoy escribiendo de esto en un blog, por lo que asumo que no es difícil de entender porque, aun hoy, cuando paso debajo de un gomero no puedo evitar sentir unos ligeros nervios en el estómago y una inseguridad terrible sobre mi cabeza.

Archives du blog